miércoles, 24 de febrero de 2016

RESPETA MI ESPACIO

Que las tecnologías se han adueñado de nuestras vidas y no podemos vivir sin ellas es un hecho más que constatado y sería una necia si no me incluyera en el grupo de personas que le gusta conectarse a su página de Facebook, su perfil de Twitter o subir fotos a Instagram. El móvil, la tablet o el portátil son prolongaciones de nuestras extremidades. Si es más, estamos en la semana del Mobile World Congress en Barcelona y la ciudad (y el mundo entero)  está postrada a sus pies.
Y ya sabemos también que la mala costumbre de ir mirando constantemente la pantalla causa accidentes, nos deshumaniza y nuestras relaciones personales se resienten. Incluso, ¿quién no ha sufrido algún golpe o “atropello”  mientras vas caminando o bajando las escaleras del metro por culpa de no mirar por donde vamos? Yo evito hacerlo a toda costa pero no puedo negar rotundamente que no lo haya hecho alguna vez, sobre todo cuando me enfado y necesito ponerlo en conocimiento de mi pareja de inmediato esté donde esté para que me tranquilice.

Pero nuestra deshumanización, falta de respeto, invasión del espacio personal va más allá de un móvil, una tablet o una consola de bolsillo. De la misma manera que se ha perdido la costumbre de decir las tres palabras mágicas: “Por favor”, “Gracias” y “Perdón” ya no sabemos comportarnos en sociedad. Aunque vivo en un pueblo a unos 20 kilómetros de Barcelona, he trabajado en la ciudad (y para más inri de cara al público) y sé de primera mano lo que es coger el tren y el metro en hora punta y que una horda de gente estresada, somnolienta y cabreada con su jefe/marido/mujer/hijos/profesor/amante te golpee, insulte, empuje entre otras lindeces como si no hubiera un mañana y el mundo fuero solo de ellos y para ellos. Cosa que me enfurece muchísimo y hace que el hecho de ser previsora siempre y salir con tiempo de sobra con antelación para evitar cualquier contratiempo y que acabe como esos energúmenos, se vaya al traste y tenga que para y respirar 10 veces seguidas antes de continuar.



Así que imaginaros el cabreo que me supone una situación como la que os relato a continuación. Como no tengo trabajo mi rutina diaria es bastante aburrida. Me levanto, desayuno, saco a pasear a mi peludito, me pongo al día con los portales de trabajo y la casa y poco más. Mis momentos de lectura y ejercicio físico son mis válvulas de escape y les doy mucha importancia ya que hay que disponer de tiempo para uno mismo. Pues bien, aprovechando que estamos teniendo más días de sol que de frío, me gusta salir a tomar un café en alguna terraza con el libro que estoy leyendo en ese momento y mi bloc de notas (porque nunca se sabe cuando puedes tener una buena idea). Sabiendo que mi pueblo es bastante escandaloso ya intento ir a las horas de menos ajetreo pero si tengo que ir a la biblioteca o a comprar suele ser en horario de más concurrencia de gente. Y como no llevo prisas por estar desempleada y no tener hijos, aprovecho para hacer un descanso entre encargos y que me toque un poco el aire. En fin, ayer salgo para hacer unos encargos y diviso una mesa en un rincón al solecito ideal para mí y me dispongo a saborear de mi momento. Pero en un abrir y cerrar de ojos me veo acorralada por tres mujeres con dos cochecitos de bebé y cuatro niños de unos seis o siete años gritándose entre si. Hay sitio de sobra para todos en la cafetería pero ellas se aposentan tan plácidamente en sus sillas sin dejar de parlotear sin mirar que detrás hay una persona sentada. Ocupan mucho más espacio de lo que debieran y los niños siguen gritando, se me echan encima o se apoyan en los reposa brazos de la silla vacía que hay frente a mí con mi chaqueta y mi bolso. Y no hacen nada al respecto. Incluso la camarera tiene que repetirles tres veces qué van a tomar. Y yo, ¿qué hago? Pues nada. Porque soy tan ingenua que creo que tarde o temprano se darán cuenta y se disculparan o llamaran la atención de sus hijos. Pero transcurren los minutos y como no me gustan las confrontaciones, me levanto, pago mi consumición y me voy. Adiós a mi momento.

Desafortunadamente esta no es la única situación incómoda que he vivido de estas características. Cuando estás en una cola, comprando, lo que sea, hay personas que invaden tu espacio personal y me molesta. No soy una persona muy afectuosa en el sentido de dar abrazos y esas cosas, nunca lo he sido, así que sentir a una persona que ni tan siquiera conoces tan cerca me produce malestar. Entiendo que son situaciones inevitables en los casos que he mencionado antes de transporte público saturado o un concierto, un parque de atracciones, etc. Pero que se te echen encima, notar un brazo por encima de tu cabeza en el mostrador de una tienda porque la persona que va detrás de ti dice tener prisa y cosas así ya son desproporcionadas. Vamos con prisas, no miramos por donde caminamos ni si hay gente alrededor.
Sinceramente es una lástima que actos tan cotidianos como salir a dar un paseo, hacer la compra o tomar una taza de café se haya convertido en una odisea y en vez de relajarte te cargue la musculatura aún más de lo que ya la tenías.


Nos leemos en el próximo post.

10 comentarios:

  1. Hola! que razón tienes... ya no se respeta nada... un tiempo me dio por salir fuera y aprovechar y trabajar o leer en algún sitio publico... y es horrible, ya no solo por el ruido, el viento si no la gente, que te mira con cara rara, te dice cosas... o no tienen ningun respeto por nada... creo que por eso mi momento favorito de leer es la noche, cuando prácticamente esta todo en silencio =)
    Saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola! Exacto, no hay respeto por los demás. Y yo también he visto caras raras por estar sola leyendo o escribiendo pero ya me da igual. Pero que invadan mi espacio me saca de mis casillas. Haces bien en leer de noche.
      Besos ;)

      Eliminar
  2. Tienes una razón tremenda! Me ha encantado el post
    Espero tu opinión en mi último post!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Aitana. En cuanto pueda me paso por tu blog y comento.
      Saludos ;)

      Eliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  4. Me ha gustado tu post, es cierto que cada vez hay menos respeto por el otro, menos educación ni nada parecido, pero allá cada cuál como quiera ser.
    Yo sigo diciendo buenos días y adiós cuando entro y me voy de los sitios. Y me encanta hacerlo.
    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Conxita,
      Efectivamente es increíble como se ha perdido todo el respeto. Y al igual que tú yo sigo siendo educada y civilizada ante semejantes conductas. Así es como me educaron y como siento que debo comportarme.
      Un saludo ;)

      Eliminar
  5. Cuánta razón llevas. Hay muchos padres que dejan a sus hijos sin pensar si está molestando o no a otras personas. Yo trabajo con niños y veo cada cosa que filosa.
    Besitos :-*

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, Anabel. A mí me gustan los niños y mientras estudiaba en la universidad trabajé como monitora en comedores escolares, ludotecas y colonias de verano y me di cuenta que conmigo y mis compañeros se portaban bastante bien. Pero sus padres no les hacían mucho caso. Una pena. :(

      Eliminar
  6. Cuánta razón llevas. Hay muchos padres que dejan a sus hijos sin pensar si está molestando o no a otras personas. Yo trabajo con niños y veo cada cosa que filosa.
    Besitos :-*

    ResponderEliminar