¡Hola chic@s!
Hoy paso por aquí para compartir con vosotr@s algo que creo nos pasa a
menudo. Yo siempre he sido una persona de letras. Me encantaban las asignaturas
de lengua, historia o arte y siempre me ha apasionado leer. Mis notas eran
todas buenas excepto matemáticas y tenía que acudir a clases de repaso si
quería pasar de curso. Afortunadamente, en el instituto me lancé de cabeza sin
pensarlo a lo que sería hoy el bachillerato artístico (en mis tiempos era el
COU D) y me olvidé para siempre de los números. Lo mismo ocurrió en la
universidad. Obviamente no contemplé ninguna carrera de ciencias. Y así he
pasado los años evitando las multiplicaciones, divisiones, tantos por cientos,
etc. Porque pienso, ¡para eso están las calculadoras y ordenadores! Incluso
cuando vas a comprar a la cajera ya le sale lo que tiene que devolverte y no se
demora en contar el dinero. Y yo encantada de la vida porque ya no tengo que
esconderme como cuando era pequeña y querías desaparecer en tu pupitre, cuando
el profesor de turno decía tu nombre para que salieras a la pizarra a resolver
un problema. ¡Qué mal rato pasaba! Hasta me dolía la barriga de los nervios.
Total, que ahora resulta que en mi
nuevo trabajo nadamos en números. Todo son porcentajes, decimales, resta de
aquí, suma de allá, etc. Y como no, están los
entendidos en números; aquellos que sí disfrutan de ellos; que son
capaces de realizar cualquier cálculo sin necesidad de ningún aparato
electrónico que te quieren ayudar y se
ponen a teclear frenéticamente delante de tus narices en la calculadora sin que
a ti te de tiempo a pillar nada. ¿En serio no se dan cuenta de que una necesita
asimilar la información e incluso, tomar
nota de lo que te están diciendo para poder hacerlo tú sola? No. Ell@s te lo
vuelven a repetir diciendo “pero si es muy fácil” y vuelven a teclear con
frenesí la calculadora o teclado con el mismo resultado de antes. Por suerte,
siempre hay otr@ compañer@ que ha pasado por lo mismo y tiene más paciencia
para explicártelo. Y si no lo tienes entras en Internet y lo buscas. Pero
claro, si haces esto último ya estás recurriendo a la tecnología y no utilizas
el cerebro para nada.
En fin, que envidio a la gente que tiene tanta agilidad mental para
realizar cálculos aunque hoy todo te lo chive Google. Porque si lo miras desde
el otro punto de vista, esas mismas personas acostumbran a no saber escribir y
recurren al corrector para enviar correos electrónicos; preparar informes;
redactar documentos, etc.
Así que yo me quedo con mis letras y les dejo las fórmulas matemáticas a
los demás. Para mí leer y escribir es más divertido e imaginativo; te permite
soñar; puede ser irracional y te permite expresar tus sentimientos y
comunicarte con personas de otras culturas de manera más creativa. ¿No opináis
lo mismo?
¡Nos leemos en el próximo post!
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