jueves, 5 de marzo de 2015

¿Amistades peligrosas? Peor, tóxicas.




Una vez tuve amigas. Ahora ya no. A ver, tengo muchos conocidos/as del lugar donde vivo, donde he trabajado y amistades que aunque haga años que no ves, un día te encuentras o conectas con ellas por la red y quedas para un concierto o una cena. Pero lo que se dice amig@s para tomar un café, whatsappear, ir a ver una película o de compras, no tengo.
Y no, no soy rara o antipática. Aunque en lo de rara tendría que especificar un poco para aquellos que consideran que cuando llegas a cierta edad hay actitudes u opiniones que no son las “correctas”. En fin…
Al contrario, soy una chica extrovertida, a la que le gusta conocer gente y compartir aficiones e intentar “salvar el mundo” mientras degusta una taza de café. ¿Entonces cual es el problema?, os preguntareis. Pues que llega un momento en que tu círculo de amistades va tomando senderos diferentes al tuyo con el agravante de que tú te vas quedando atrás como si de una competición se tratara y si no puedes seguirles el ritmo, te pierdes. Aunque en mi caso no fue que me perdiera sino que me alejé por voluntad propia.
Tenía un bonito grupo de amigas en la universidad con las que pasé momentos muy agradables. Desayunos y campanas en la cafetería de la facultad, grupos de estudio en la biblioteca, cenas en restaurantes temáticos, charlas sobre programas de televisión que ahora me parecen horribles, etcétera. Y esa amistad se alargó más allá de la licenciatura y duró unos cuantos novios nuevos, alquileres y compras de pisos, con alguna boda y el nacimiento de los primeros hijos (en este caso hijas porque fueron todo niñas).
Pero como ya os comenté en la entrada “Conociendo a la chica que hay en mí”, no todo es tan fabuloso como nos lo pintan en la tele, los libros y las películas. Si ya en la universidad yo era la única que escuchaba música rock, vestía heavy y sentía atracción por lo gótico (motivo por el cual yo nunca dejé de ir con ellas aunque fuera a una discoteca a bailar lo que sonaba en Los 40 Principales), la crisis o la falta de un empleo digno, mi falta de interés por las rebajas, vestir con trapitos caros, cenar cada dos por tres fuera de casa en algún sitio chic o la idea de procrear, hicieron temblar y derrumbar de un solo golpe aquella amistad de tantos años. Pese a mis diferencias yo siempre estuve allí cuando se me necesitó y lo dí todo. Pero como en la relaciones de pareja, debe ser recíproco porque sino llega el día en que te cansas de dar y no recibir nunca. Así que corté por lo sano como lo hiciese con un novio y seguí mi propio camino con mi ética y moral intacta y la cabeza bien alta por ser fiel a mis convicciones y no haber tomado el camino fácil de dejarme arrastrar por la corriente.

“No sirve de nada quitarte el zapato o cambiar de camino si conservas la piedra.”

Y ahora me cuesta horrores encontrar a alguien que no me vea como un “bicho raro” por estar cambiando constantemente de trabajo (como si fuera algo que a mí me apeteciera y no por la terrible situación económica en la que está sumergida todo el país); no querer tener hijos; leerme una media de dos libros por semana, que mi ropa favorita sean unos jeans con alguna camiseta divertida y unas Converse, medite una vez al día con incienso y música relajante, trate a mi perro como a una persona o haya visto todas las películas de Monster High, Marvel o las series de Disney Channel.
En general me la trae al fresco que la mayoría piense así de mí porque tengo la suerte de tener una pareja que es tan friki como yo, a parte de ser mi mejor amigo; mi mascota que siempre está ahí para recibirme dando saltos de alegría y muchos lametazos, mis libros; y unos padres que aún me regalan pendientes de calaveras y cruces aunque no sea ningún día especial.
Pero mentiría y sería hipócrita no reconocer que a veces me siento sola y no estaría de más contar con un amig@ que te acepte tal cual eres y deje los convencionalismos de lado.




“Nunca dejes desaparecer la sonrisa de tus labios aunque tu corazón llore.”


3 comentarios:

  1. Si cada uno viviera su vida como le apeteciera, habría mucha más gente feliz. Que no quieres tener hijos, ¿y qué? no es obligatorio. Ante todo es ser honesto con uno mismo.
    Besos :*

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  2. Me recuerdas muchísimo a una de mis grandes amigas, seguro si se conocieran se llevarían muy bien. Siempre que me reúno con mis amigas cantamos canciones de Disney o hacemos especial de Star Wars, Harry Potter u otra saga o trilogía. A pesar de compartir esos gustos somos muy distintas, por ejemplo una de ellas es fanática del Metal y de los videojuegos; la otra del pop, kpop o música de animes y yo del rock y el terror. La cosa es aprender a convivir y respetar.

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    1. Estoy segura de que congeniaríamos muy bien. Gracias por tus palabras. Seguid así con tus amigas.
      Besos *

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