lunes, 9 de marzo de 2015

Divagando sobre el karma, los ángeles y lo que verdaderamente importa

Soy atea. No he encontrado ninguna religión lo suficientemente convincente con la que me sienta identificada y me de la paz que necesito para afrontar el día a día. Estoy bautizada e hice la primera comunión como establece la religión católica cristiana. Pero fue una decisión que tomaron mi abuela y mis padres. En edad adulta he renegado siempre de esta condición. Es por eso que decidí casarme por lo civil en vez de por la iglesia.
Pero hay conceptos como el alma, los ángeles, el karma… en los que creo pero con una interpretación diferente y libre -o no contaminada- de su procedencia original siempre condicionada por alguna religión o dogma.
Soy una chica muy sensible y al mismo tiempo gran amante de la naturaleza. Desde pequeña, por ejemplo, he tenido debilidad y fascinación por la Luna. Me gustaba verla de noche y pensar que velaba por mí. Creo en la energía y la sabiduría que desprende la natura y el cosmos. En su forma más primigenia, imperfecta y con la que hemos de convivir constantemente.



Mi opinión es que estamos dotados de alma, un alma que absorbe, de una manera parecida al cerebro, nuestros valores, conocimiento y pensamientos que después mostramos a los demás con nuestros actos. Y, al igual que estos conocimientos, pensamientos y valores pueden cambiar según vamos haciendo camino hacia la madurez y la muerte, el alma también cambia añadiendo nuestros sentimientos y aquellas emociones (positivas o negativas) que quizá no hemos querido mostrar a los demás por miedo, recelo o cualquier otro motivo. Aunque creo que los sentimientos y las emociones han de mostrarse siempre. Si más no con nuestra pareja, padres y hermanos, abuelos o amig@s que siempre han estado a nuestro lado. Porque ello nos puede llevar a un diálogo muy interesante donde cada una de esas personas nos puede ofrecer un conocimiento mayor de nostra@s mismos e incluso si lo hacemos de una manera muy próxima e íntima conseguiremos mejorar nuestras relaciones. Siempre y cuando esta persona está de acuerdo en jugar nuestras mismas cartas y no nos encontremos ante una persona “contaminada o tóxica”.
Desafortunadamente he encontrado mucha gente así a lo largo de mi vida –en la escuela, el instituto, la universidad y en el trabajo-. Para mí son personas que absorben nuestra energía y contaminan nuestra alma. Es decir, yo intento apreciar y absorber la energía que desprende el sol sentada en una terraza mientras leo, escribo o hablo con alguien; gozo del esfuerzo que supone subir una montaña o caminar un largo sendero; el agua fría y en calma de un lago; la variedad de colores que ofrece un bosque en su follaje; o la tranquilidad de la Luna y las estrellas  en la oscuridad y el silencio de la noche. O el amor incondicional de los animales como el de mi mascota.
Pero basta para que se nos acerque una persona “contaminada” para que estas buenas y sanas emociones que queremos retener en nuestro cerebro y nuestra alma caigan como un castillo de naipes. Quizá no somos conscientes de lo que hacen pero sus palabras y actos son lo suficientemente fuertes para hacernos perder toda la seguridad y autoestima que habíamos conseguido hasta ahora.
Así que es bueno saber a quién tenemos a nuestro lado y valorar hasta que punto debemos permitir que se involucre en nuestra vida. Es más, en ocasiones y siempre que se pueda, es recomendable dejarlos ir por mucho que nos cueste – puede ser una persona que conocemos desde hace muchos años o un familiar muy cercano- antes que ennegrezca nuestra alma también.
Porque cuando se van eso es lo que queda. El recuerdo de nuestros actos y si hemos actuado en consecuencia con aquello o aquellos con los que hemos vivido y compartido experiencias. Y es aquí donde aparecen mis conceptos de Karma y Ángel.
Primero, saber si hemos actuado intentando ser correctos sin herir a nadie. Aunque en ocasiones por muy buenas que sean nuestras intenciones el resultado final no sea el que esperábamos. Pero al menos tendremos calma y la certeza que nuestros propósitos eran nobles. Y, muy importante, habremos aprendido a no caer la próxima vez o ser más precavidos. KARMA
Segundo, una persona que en vida ha vivido en paz consigo misma; ha sabido valorar las pequeñas cosas y momentos que le daba la vida y ha respetado la naturaleza, puede transformarse en energía positiva que rodea a los que ha dejado atrás con su muerte formando parte de esta misma natura. Un buen recuerdo que nos calma o nos hace reír cuando lo necesitamos; un objeto con el que identificamos a esa persona que nos dejó. ÁNGEL
Así el Sol, la Luna, un paisaje, una canción, un libro, una película, unas palabras dichas con sentimiento y honradez, o la persona que nos acompaña pese a todos nuestros defectos, puede ser nuestro ángel.




 Os dejo unas citas para reflexionar sobre el tema:


“Inteligente es aquel que sabe donde quiere ir, y más inteligente aún el que sabe dónde ya no tiene que volver.”

“Cuando se teme a alguien es porque a ese alguien le hemos dado poder sobre nosotros.” Herman Hessse

“La razón puede advertirnos sobre lo que conviene evitar; solo el corazón nos dice lo que es preciso saber.” Joseph Joubert



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